Su sufrimiento comenzó cuando “me asocié con un individuo tramposo y retorcido, pero no por ello carente de una muy fina inteligencia, que ha sido capaz de embaucar al juez y al grafólogo”. En dicho documento constaba que el socio, Augusto César G. G., había pagado la cantidad acordada por la venta de una parte del taller que ambos habían comenzado a construir, sin embargo, Muñiz afirma que él nunca firmó tal escrito y que, por tanto, “falsificaron mi firma”.
Desde entonces, explica, “he perdido mucho dinero y he atravesado problemas psicológicos graves. Ningún abogado de oficio quiere llevar mi caso y no entiendo por qué. He mandado escritos a todas las instituciones, incluso al Defensor del Pueblo, pero ninguno me ha ayudado”. A pesar de que ha perdido todas las sentencias en estos cinco años de batalla, el vigués asegura que “no parará de luchar, incluso si en los próximos días no obtengo respuesta de un último escrito que he mandado al juzgado pienso ponerme en huelga de hambre”, asevera.
“Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. Pero la luz, sólo por milagro, llegará cuando este hundido en la desesperación, desde la perplejidad de no ser creído cuando no he mentido ni un ápice”, comenta.
La respuesta
Como en todos los conflictos existe una versión contraria. VM se ha puesto en contacto con su ex socio, Augusto César G. G., quien asegura que no sabe “por qué se está comportando así. Por su culpa tengo una hipoteca de 100.000 euros a mis espaldas. Este hombre se gastó el dinero del taller en otras cosas y después quería cobrárselo. Donde eran 30.000 euros no puede pedirse 90.000”.
“Existe una sentencia firme que asegura que nadie falsificó su firma, qué puedo decir más… Para mí este caso se cerró hace tiempo”, aclara. En cuanto a las amenazas que Ángel Luis asegura que le profirió Augusto, el acusado afirma que nunca salieron de su boca tales coacciones